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AUTOBIOGRAFÍA, O ESBOZO GENERAL, DE LA VIDA DE LUIS MIGUEL MEDINA RUIZ (“MAYQUE”)

GUADALUPE, ZAC., JULIO DE 2023

Corría la década de los años cincuenta del siglo pasado, para ser más exacto, el miércoles 29 de septiembre de 1956, a las 6 de la mañana, cuando se escuchaban los primeros cánticos de los gallos anunciado el inminente amanecer y en la iglesia sonaban las campanas llamando a la celebración de la misa, en el domicilio de la familia Medina Ruiz, Jardín Juárez No. 6, en el entonces apacible pueblecillo de Luis Moya, Zac., se escuchó el llanto de un recién nacido, quién lo emitía era Yo que iniciaba mi emocionante aventura en esta vida; mi madre Doña Ma. Guadalupe Ruiz Delgado fue asistida en el parto por Doña Teresa Román Salas -la famosa y mejor partera por ese entonces- esposa de Don Agapito Mendoza, (por cierto ella atendió los 13 partos de mi abnegada mamá); mi padre Don Nazario Medina Esparza suspiró de alivio al percatarse que todo el desarrollo del nacimiento había resultado sin novedad, ya que fui el doceavo hijo que procreaba; él fue quien tomó la sabia decisión de ponerme el nombre del que siempre me he sentido orgulloso: Luis Miguel -aclaro, que no es por el cantante homónimo-, aunque ya ven como somos la gente de las comunidades pequeñas que acostumbramos ponerle apodo a nuestros semejantes para identificarlos popularmente, pues alguien se le ocurrió llamarme Mayque -tal vez por el nombre en inglés: Mickey y/o Mike)- y “de ahí pa´l real” así soy mejor conocido por familiares y amistades.

De derecha a izquierda: el hermano Javier; de vestido oscuro Mamá Lupe; en seguida su hermana, la tía Pava; a su lado la hermana Fany; y luego el hermano Conguy; en la parte de atrás las hermanas Rosario y Pita; y enfrente junto a nuestra madre, el simpático Myque.

Bueno, crecí en pleno centro de nuestro pueblo en un ambiente de tranquilidad y sana convivencia con todas las familias que vivíamos alrededor del Jardín Juárez, tuve una infancia super feliz con la diversión de todos los amiguitos que a diario salíamos a disfrutar, después asistir a la escuela y hacer las tareas escolares, de aquellos juegos tan emocionantes como: las escondidas, la roña, los encantados, la salvación, el bebeleche, doña Blanca, la cebollita, la rueda de San Miguel, el lobo, y algunos otros más que escapan a mi memoria; recuerdo que el “único inconveniente” que sufríamos era cuando Don Antonio Rodríguez cuyo mote era “el Barrigón”, nos correteaba por subirnos a los árboles o por escondernos entre la valla de los truenos que rodeaba cada parte del jardín, aunque también lo hacía con aquellos chamacos que con “resortera” en mano les gustaba matar “los tordos” pájaros que en gran cantidad vivían en las copas de los árboles, pero nunca pasó nada grave que lamentar, salvo el susto del momento.

De derecha a izquierda: la hermana Pita, abrazando a Don Nazo, el Jefe de Jefes; luego Mamá Lupe; en seguida la hermana Fany; y luego el hermano Conguy; en la parte de adelante, el simpático Mayque y el hermano Nazo.

Mi educación preescolar, 1960-1962, la recibí en el Jardín de Niños “Delfina Castorena, que se ubicaba a un costado de la escuela primaria, y cuyo edificio ya es ocupado por el Colegio de Bachilleres, donde tuve como maestra a Laurita de la familia que nombrábamos como: “las de Saín Alto”.

La educación básica, 1962-1968, la cursé en la Escuela Primaria Federal “Francisco Castorena, en las instalaciones que en la actualidad es el Colegio de Bachilleres; en esa época, asistíamos a clases por la mañana y por la tarde; conservo gratos recuerdos de los que fueron mis maestros: Lázaro y José Escobedo, Daniel Guzmán y, en sexto año, Federico Villamil, quién me preparó de excelente manera para lograr obtener el primer lugar en aprovechamiento escolar y ganar el concurso para asistir al viaje, por una semana,  a la ciudad de México, representando a la Zona Escolar No. 18, con el cual eran premiados los mejores alumnos que terminaban su educación primaria.

El grupo de 5° año «A», con el Prof. Daniel Guzmán.
El grupo de 6° año «A», con el Profr. Federico Villamil Saláis, en el año 1968; de derecha a izquierda, soy el primero en la fila de atrás, el de suéter a rayas.
Con el Presidente de la República: Lic. Gustavo Díaz Ordaz, los alumnos que ganamos el concurso de aprovechamiento académico de la Zona Escolar No. 18. Yo estoy en la fila de enfrente, de izquierda a derecha en quinto lugar, a un lado de la compañerita que se ubica al centro de la foto.
Foto grupal de los alumnos que ganamos el concurso de aprovechamiento académico de la Zona Escolar No. 18. Yo estoy en la fila de enmedio, de izquierda a derecha en cuarto lugar, a un lado del compañero con suéter a rayas.

Para mi educación media básica, 1968-1971, fui a la Escuela Secundaria Federal “Lic. Adolfo López Mateos” en Rincón de Romos, Ags. Y ahí mismo cursé la educación media superior, 1971-1973, en la Escuela Preparatoria Técnica.

Y como dice la canción “Mi árbol y Yo” de Alberto Cortez: “….luego fue tiempos de estudios con regresos a menudo, pero con plena conciencia que iniciaba un largo viaje, solo de ida el pasaje, y así me ganó la ausencia….” para la educación superior, 1974-1980, me fui a estudiar a lejanas tierras en varias Universidades, primeramente, a la Universidad Autónoma de Chihuahua, en la ciudad de Chihuahua, Chih.; después al Departamento de Zonas Áridas de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo en Cd. Delicias, Chih; y terminé mi carrera profesional de Ingeniero Agrónomo en la Escuela Superior de Agricultura, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Culiacán, Sin.

Recibiendo mi carta de Pasante como Ing. Agrónomo.
Compañeros Ingenieros Agrónomos de la Generación Xochiquétzal, de la Escuela Superior de Agricultura, de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Ya en plena etapa laboral y con una familia constituida, cursé la Maestría en Ciencias en Desarrollo Rural Regional, 1999-2001, en el Centro Regional Universitario Centro-Norte (CRUCeN) de la Universidad Autónoma Chapingo, con sede en El Orito, Zacatecas.

Los inicios de mi vida laboral fueron en el año de 1980, en el Fideicomiso para la Organización y Capacitación Campesina (FOCC) dependiente de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) con el puesto de Promotor de Campo; trabajo que me recomendó el buen amigo Antonio Muñoz Varela, QEPD, mejor conocido como “el Diesel”, ya que él trabajaba en ese Fideicomiso. Posteriormente me cambié al Subprograma de Organización de Productores de la misma Secretaría, ya con el puesto de Asesor Técnico.

También incursioné (1985), en la impartición de clases en la Escuela de Agronomía de la UAZ como Maestro, en suplencia, de la materia de Fitopatología.

En el período marzo de 1985 a agosto de 1987, participé en la Dirección de Agricultura del Gobierno del Estado de Zacatecas, como Coordinador e Investigador del “Programa de Adaptación del cultivo del Plántago en el estado de Zacatecas”

Posteriormente mi vida laboral dio un vuelco radical al cambiar mis actividades del sector agrícola al sector acuícola; a mediados de 1987 a invitación directa del Ing. Roberto Luévano Silva, mejor conocido popularmente como “el Gordo”, en ese tiempo Delegado Federal de la Secretaría de Pesca (SEPESCA) en nuestro Estado, me integré al equipo de colaboradores de esa Dependencia, como Jefe del Centro Acuícola “Ing. Julián Adame Alatorre”, en la presa “Julián Adame” en Tayahua, Villanueva, Zac., fui el responsable de la producción de crías de tilapia con la finalidad de sembrar y repoblar los embalses y demás cuerpos de agua en la Entidad; actividad que realicé por 25 años hasta el año 2012, cuando por necesidad operativa se entregaron las instalaciones del Centro Acuícola al Gobierno del Estado.

Continúe con mis actividades en el sector acuícola como Encargado del Despacho de la Unidad de Organización y Fomento Pesquero, dependiente del Programa de Acuacultura y Pesca de la CONAPESCA, en la ciudad de Guadalupe, Zac., hasta que me retiré como trabajador del Sector Oficial y me dediqué a brindar asistencia técnica acuícola y pesquera a las organizaciones de pescadores en diferentes embalses del Estado. Es a partir de 2018 que ingresé a trabajar en la granja acuícola “Asul”, ubicada cerca de la comunidad de San Jerónimo, Guadalupe, Zac., en la producción y engorda de Tilapia; trabajo que concluyó a principios del presente año de 2023.

Bueno, hasta aquí es una breve reseña de mi vida académica y profesional; a continuación, les comparto mis andanzas en el ámbito familiar y social.

Ya establecido laboralmente aquí en Zacatecas, en marzo de 1980 conocí a la persona que sentimentalmente cubrió las expectativas que me había formulado para formar un hogar, la Profa. Ma. del Carmen Bernal Velázquez, originaria de Villa García, Zac., que impartía clases en la escuela primaria del pueblo. En agosto de 1982, después de un noviazgo por dos años formalizamos nuestra relación por todas las leyes habidas y por haber, iniciando la formación de una familia que nos dio tres frutos: un hijo y dos hijas. Para ese tiempo rentamos una casa en la Calle Juárez, propiedad de Don Isidro Diaz, a un costado del famoso Cine Colonial, frente a la casa de Don Chayo Arteaga. Luego en 1988 adquirimos una casa en Guadalupe, Zac. y cambiamos de residencia; aquí es donde radicamos actualmente.

Nuestro primer retoño nació la clínica del ISSSTE de Aguascalientes el 11 de mayo de 1985, al cual le endilgué el nombre Sinuhé (nombre tomado de la novela “Sinuhé el Egipcio” de Mika Waltari). Cuando cumplió mi hijo tres años, nos mudamos a vivir a Guadalupe, Zac., por lo que su vida estudiantil la realizó en escuelas de la ciudad de Zacatecas; terminó sus estudios como Licenciado en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, en la Universidad Autónoma de Durango, Campus Zacatecas. Después de incursionar en el ámbito laboral de Zacatecas, tomó la decisión de emigrar al bello y caluroso Puerto de Veracruz, donde reside y trabaja en la actualidad; o sea, que dejó sus costumbres y hábitos zacatecanos y se transformó en todo un jarocho rumbero.

El 13 de noviembre de 1986 llegó a nuestra familia un bellísimo ángel, al cual le pusimos por nombre Bricia (por ser “San Bricio Obispo” el santo que se celebra ese día), también su nacimiento fue en la clínica del ISSSTE de Aguascalientes. Al igual que su hermano su vida transcurrió en Guadalupe, hasta que Dios Padre la llevó de regreso a su Morada Celestial el 23 de octubre de 2003, a la edad de casi 17 años; fue un maravilloso Ser Espiritual que tuvimos la dicha de que formará parte de nuestra familia.

Parar cerrar con broche de oro nuestra descendencia, el 28 de 0ctubre de 1997, en la clínica del ISSSTE de Zacatecas tuvimos otro precioso regalo con el nacimiento de nuestra hermosa Carmelina (nombre que lleva en honor a como conocen a su mamá: la Maestra Carmelina). Su formación profesional es Licenciada en Imagen y Relaciones Públicas, egresada de la Universidad Autónoma de Durango, Campus Zacatecas; laborando en el Gobierno del Estado aquí en Zacatecas, ella vive con nosotros en la casa familiar.

Ahora bien, siguen presente en mi memoria las vivencias de mi adolescencia y parte de mi juventud cuando en aquellos ayeres por invitación de las señoras Ma. de la Paz y Mariana Díaz de León me invitaban a participar en los carros alegóricos, en el papel de San Francisco de Asís, que acompañaban a las peregrinaciones por la festividad del Santo Patrono de nuestro pueblo, nos tocaba el día 3 de octubre y repetíamos la participación el mero día 4; claro, cómo pueden recordar quienes son de mi época o se pueden imaginar los de las nuevas generaciones, en aquel entonces tenía una abundante y rizada cabellera por lo que era necesario implementarme una calvicie artificial, ¡qué barbaridad, como se trasforma con el paso de los años! ahora es todo lo contrario, ya casi es necesario usar un peluquín para ocultar mi calvicie natural.

Y siguen aflorando bonitos recuerdos…. evoco mi participación en la celebración de los eventos de la Semana Santa, que bajo la atinada dirección y conducción de Alfredo Sánchez -la “Sema”– y de Manuel García -la “Techa”– llegaron a constituirse en nuestra Parroquia como un referente religioso con calidad y devoción propia de tan significativa solemnidad. El Jueves Santo en la escenificación de “La Última Cena” y en la aprehensión de Jesucristo en el Huerto de los Olivos, interpretaba el papel de San Pedro; para el Viernes Santo, en “el Vía Crucis”, mi participación fue como José de Arimatea, puesto que era el encargado de bajar de la Santa Cruz el cuerpo inerte de Jesús sacrificado.

Pero imagínense, después de escenificar esos importantes personajes de la historia religiosa, ya viviendo en Guadalupe participé, dentro de un grupo de teatro y en el “CENDI Sorpresa” dónde inició sus estudios nuestra hija Carmelina, en algunas Pastorelas Navideñas como “El Diablo Mayor”, vaya diferencia de papeles, aunque para ser sincero, aquí me divertía de lo grande haciendo un sinnúmero de travesuras o diabluras a los demás participantes de la pastorela. Sospecho o creo que al paso que voy, y en las condiciones actuales de mi edad, solo me quedará salir en el papel de “Ermitaño”.

En otra ocasión, si Dios lo permite, les contaré más de las vivencias y diabluras que a lo largo de mis 66 años me ha tocado disfrutar y padecer. A grandes rasgos esta es parte de mi vida hasta estos días, y mientras lo quiera Dios, seguiré mis correrías en el cotidiano andar por el sendero del resto de mi existencia.